La biología es una ciencia que abarca diversos y complejos aspectos de la vida, por lo cual suele subdividirse en distintas disciplinas, que se encargan de estudiar aspectos específicos sobre los organismos que habitan en la tierra, entre ellas la forma en que los mismos se denominan y clasifican. De esto último se encargan los taxónomos, quienes se basan en distintas escuelas de la taxonomía para agrupar a los seres vivos, según distintos criterios.
Desde la época de la Antigua Grecia ha existido la necesidad de clasificar a los organismos, principalmente según sus semejanzas estructurales. Dichos sistemas de clasificación han variado ampliamente durante la historia de la humanidad, siendo Linneo quien desarrolló, a partir de su obra Sitema naturae, una manera de ordenar los organismos vivos en grupos mediante un orden jerárquico, cuyas categorías principales se denominan taxones. A partir de entonces se ha desarrollado la taxonomía, considerada como el estudio de los principios de la clasificación científica, así como la distribución y designación sistemática de los organismos.
Las escuelas de la taxonomía, a menudo reconocidas también como teorías taxonómicas o escuelas de la sistemática, establecen los criterios o principios por los cuales se deben regir los taxónomos, para reconocer y jerarquizar a los grupos taxonómicos.
Diferencias entre las escuelas de la taxonomía
Actualmente se reconocen tres escuelas de la taxonomía, dos principales que son empleadas como sistemas de clasificación y se basan en principios evolutivos, que son la taxonomía o escuela evolutiva tradicional y la taxonomía o escuela filogenética (cladística o cladismo). La tercera de las escuelas de la taxonomía es la fenética o numérica, que no presenta validez entre los taxónomos, por lo cual no se emplea como sistema de clasificación; sin embargo, muchas de sus metodologías se siguen empleando para organizar árboles filogenéticos de grupos poco comunes o poco estudiados.
Las dos primeras escuelas se diferencian en cuanto a la utilización de los principios evolutivos, lo cual presenta relevancia al momento de estudiar los procesos de la evolución. En este sentido, se establecen tres formas diferentes de relacionar a los grupos taxonómicos con sus correspondientes árboles filogenéticos o cladogramas, que se conocen como monofiletismo, parafiletismo y polifiletismo.
Los taxones monofiléticos son aquellos donde se incluye al antecesor común de un grupo determinado y a la totalidad de descendientes de dicho antecesor. Por su parte, se considera que los taxones son parafiléticos, cuando se incluye al antecesor común de un grupo, pero no a todos sus descendientes. Finalmente, en los taxones polifiléticos, el grupo estudiado presenta al menos dos orígenes evolutivos independientes, lo que significa que no se incluye al antecesor común de los organismos. Esto implica la evolución independiente de características similares, por ejemplo, las alas de los murciélagos y las alas de las aves.
Aunque el polifiletismo es rechazado tanto por la taxonomía evolutiva como la escuela filogenética, ambas escuelas de la taxonomía difieren en cuanto a la validez de grupos parafiléticos, ya que la escuela evolutiva si acepta agrupaciones de este tipo, mientras que la cladística solamente acepta taxones monofiléticos.
Taxonomía evolutiva tradicional
Entre las escuelas de la taxonomía se encuentra la escuela evolutiva tradicional, que emplea la ascendencia común y la cantidad de adaptación evolutiva como sus dos principios fundamentales, para reconocer y jerarquizar taxones superiores. Esto implica que las agrupaciones deben tener un único origen evolutivo, exhibiendo, además, características evolutivas exclusivas.
Los principios y la metodología de esta escuela fueron formulados por el paleontólogo George Gaylord Simpson en la década de 1960. Según Simpson, la agrupación de los organismos debe considerar tanto el parentesco como la similitud fenotípica global, de manera que los taxones deben representar una zona adaptativa y reciben el nombre de “grados”. De esta forma, la conquista de un nicho ecológico determinado y la divergencia morfológica ocasionada por dicha conquista debe verse reflejada en la clasificación.
Por otro lado, la taxonomía evolutiva acepta grupos monofiléticos y parafiléticos, es decir, que las agrupaciones pueden estar conformadas por un ancestro común pero no todos sus descendientes. Un ejemplo de este tipo de taxones es la clasificación establecida para los primates antropoides (orangutanes, gorilas, chimpancés y humanos). Según esta clasificación, los primates no humanos se clasifican en la familia Pongidae, mientras que la especie humana y sus antecesores inmediatos (fósiles) se ubican en la familia Hominidae.
A pesar de esto, los humanos, gorilas y chimpancés comparten un ancestro común más reciente que con el resto de primates del género Pongo (orangutanes), por lo cual, este arreglo conforma un taxón parafilético, al no abarcar a la especie humana junto a los demás descendientes del mismo antecesor. Los taxónomos reconocen esta agrupación parafilética, con base en las diferencias en cuanto a los nichos conquistados por estos animales, pues los primates no humanos comparten una misma zona adaptativa, al ser herbívoros y arborícolas, mientras que los humanos son omnívoros y terrestres.
Esta escuela ha sido cuestionada desde dos puntos principales y opuestos. Uno de estos puntos es el que da origen a la taxonomía fenética, que expone la complejidad en la construcción de árboles filogenéticos con base en la ascendencia común y la evolución adaptativa, de manera que la taxonomía debe basarse en aspectos medibles de forma más sencilla, como la similitud general de los seres vivos.
Taxonomía fenética
La escuela fenética es una de las escuelas de la taxonomía que surgió a principios de la década de 1960, gracias a Robert Sokal y Peter Sneath. Esta escuela establece que la sistematización de los organismos debe regirse únicamente por las semejanzas morfológicas de los mismos, sin tomar en cuenta las referencias ni asistencia de la filogenia.
De esta forma, la taxonomía fenética o numérica no toma en cuenta la teoría evolutiva y se rige bajo dos postulados: el primero precisa que los grupos taxonómicos se conforman por organismos con el mayor número de estados de caracteres compartidos posibles; el segundo postulado aclara que ningún estado de carácter posee mayor relevancia que los demás.
Aunque esta escuela no ha tenido gran impacto en la clasificación de los animales y su interés es casi nulo entre los taxónomos, ha resultado útil en las actividades de clasificación de organismos que son poco estudiados como muchos microorganismos. Esto ocurre debido a que las metodologías de clasificación de la fenética, no requieren de un conocimiento profundo de la biología de los seres vivos a clasificar.
Entre las escuelas de la taxonomía, la taxonomía fenética resulta la más objetada, debido a la inestabilidad de sus clasificaciones, pues la elección de los caracteres anatómicos para agrupar a los organismos, suele ser un aspecto muy subjetivo. Por otro lado, los zoólogos y taxónomos en general, mantienen como objetivo general de sus investigaciones, poder reconstruir las filogenias, a pesar de las dificultades metodológicas de este trabajo, en comparación con la metodología simplista de la escuela fenética.
Sistemática filogenética: Cladismo o Cladística
Dentro de las escuelas de la taxonomía, la escuela filogenética, también conocida como sistemática filogenética, cladística o cladismo, es probablemente la más fuerte en cuanto a seguidores, siendo considerada actualmente como la única con verdadera validez. Este enfoque de la taxonomía se orienta bajo el criterio de la ascendencia común y el cladograma del grupo en estudio.
La escuela cladística se originó en la década de 1950 por el entomólogo Willi Hennig, y establece que la determinación de grupos taxonómicos debe ser firmemente regida por el ancestro común. Debido a esto, uno de los objetivos principales de la cladística es definir las similitudes evolutivas de los taxas en estudio, lo cual se realiza mediante la evaluación de las distintas formas que puede presentar un atributo o carácter determinado (estados de carácter). Dichos estados pueden ser derivados, si los caracteres han cambiado durante la evolución de los organismos, o ancestrales si los caracteres evaluados tienen el estado original que presentaba el antecesor común del grupo en estudio.
Adicionalmente, la cladística se encuentra entre las escuelas de la taxonomía que acepta taxones monofiléticos, aunque rechaza la validez de los grupos parafiléticos. De esta manera, en esta escuela es posible exhibir la ascendencia común de algunos grupos sin necesidad de formar parafiletismo, a partir de la construcción de grupos o taxones hermanos, que se refiere a dos taxones monofiléticos que comparten un antecesor común reciente. Asimismo, en contraste con lo mencionado en la taxonomía evolutiva, los cladistas prefieren ubicar a la especie humana, junto a los orangutanes, chimpancés y gorilas, en la familia Hominidae, y abandonan el uso de la familia Pongidae.
La taxonomía cladística emplea el uso de los cladogramas como un modelo gráfico para construir sistemas biológicos, y se trata de un dendrograma bifurcado, asimétrico y no estructurado, sin ejes horizontales ni verticales definidos. Actualmente, se pueden emplear principios de todas las escuelas de la taxonomía, aunque lo más común es establecer taxones monofiléticos.
Bibliografía
- Christoffersen, M. L. (1995).
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- Curtis, H., & Schnek, A. (2006).
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